Artigo de Daniel Álvarez*, Trainer ICC de España, en el blog ‘Universos’
Las 5 competencias para apoderarte de tu trabajo.
El emprendimiento interno.
Rendir al 100% es el punto de encuentro de las necesidades de la empresa y de la persona. Las empresas están viendo que hoy más que un profesional “esforzado” necesitan de uno “en su máximo potencial”.
Hoy no estamos en general solo ante la necesidad de hacer más horas o trabajar el doble de rápido, sino que necesitamos continuas mejoras cualitativas que permitan hacer hoy lo que ayer parecía imposible.
Si imagino una persona trabajando con toda su voluntad en aquello que le han dicho que tiene que hacer, no puedo evitar pensar que estamos hablando de un modelo caduco. Esa persona conseguirá mejores soluciones que las que ella misma imagina si se apropia de su puesto de trabajo para conseguir su mejor versión, si se convierte en un emprendedor dentro de su propia empresa.
¿Cómo apoderarte de tu puesto de trabajo para conseguir tu mejor versión?
1. ¿Qué hago yo aquí?
Conocer bien el propio puesto lleva a conocer cómo conseguir que tus resultados ayuden más a la organización y qué pedir para hacer tu trabajo de forma más eficiente. Esto implica:
- Conocer tus funciones y los resultados que se valorarán de tu trabajo, así como su influencia en la organización.
- Conocer la organización en aquello que influye en el desempeño del propio puesto.
- Valorar ambas cosas teniendo en cuenta tus stakeholders: personas o departamentos que te interesa que estén satisfechos.
2. ¿Qué otras perspectivas me pueden ayudar a mejorar mi forma de trabajar?
La clave del pensamiento de alta calidad es mantener líneas de pensamiento paralelas con facilidad. El ser humano no lo hace de manera natural sin el entrenamiento necesario… Es preciso un esfuerzo mental para comenzar a hacerlo:
- Tener bien centrada la situación a mejorar.
- Elegir una mejor perspectiva,
- Pensar plenamente sumergido en ella
La recompensa por hacerlo son soluciones sorprendentes… y muy rentables para profesional y empresa.
Para conseguir pensar bien escogeremos distintas perspectivas. Por ejemplo la propia perspectiva, la de la otra parte o la de un eventual observador.
También escogeremos diferentes patrones de interpretación de la situación. Por ejemplo, ¿esta relación profesional la interpreto como una negociación, como trabajo en equipo o como una alianza?
Jugar con perspectivas y patrones precisa de liberarse con flexibilidad de emociones y también lo provoca.
¿Una clave para conseguir esta flexibilidad emocional? Tener un propósito claro que te oriente y te motive. Cuanto más lo tengas en mente, más fuerza tendrás para gobernar tus emociones.
3. ¿Cuánto mejoraría mi rendimiento si hiciera lo oportuno en cada momento y concentrado al 100%?
Necesitamos de unos hábitos de pensamiento saludables, que nos lleven a:
- Nuestra mejor capacidad de organización. Es muy útil reservar un espacio diario, semanal y mensual para ello.
- Fluir con cada tarea, concentrarnos en cada una para conseguir su mayor impacto (por ejemplo, una llamada de teléfono mejora enormemente con la actitud adecuada y la concentración al 100%).
Esto es lo que encontramos en una persona que tiene la cabeza “bien amueblada”. Podemos crear un espacio abierto, bueno y consistente interior en que pensar y sentir con más calidad y con más calidez. En él, no seremos siervos de nuestros emo-pensamientos ¡la clave es identificar las emociones y pensamientos que ayudan y los que bloquean! Los elegiremos en función de lo que precisemos en ese momento, para conseguir nuestra mejor versión.
Los hábitos de pensamiento saludables pueden verse cualitativamente impulsados por prácticas mentales como la meditación, yoga o similares. La disciplina mental evita la dispersión e impulsa nuestra capacidad de pensar bien.
4. ¿Para qué quiero dar lo mejor de mí mismo en este trabajo?
No hay nada más poderoso que la congruencia. Los hábitos saludables antes mencionados van más allá de la parte profesional y requieren de ser compatibles con lo que es más importante para la persona: sus valores e intereses.
Esta lleva a la motivación de largo alcance, la autorrealización o trascendencia. Esta motivación es necesaria para el máximo rendimiento y es muy superior a la económica, la de logro, la de reconocimiento o la motivación de grupo.
Las distintas motivaciones son necesarias y crean un sistema que interactúa mutuamente… y que necesita también de congruencia.
Tu mejor versión vendrá de encontrar el “para qué” de tu trabajo. El impacto de esta congruencia es la que podemos ver en el arquetipo de héroe… todos nuestros recursos se ponen a flor de piel para conseguir algo que nos trasciende.
A veces, para ser consciente de lo que aprecias de la situación actual es suficiente con preguntarte ¿Qué echaría de menos de la vida que llevo hoy si mañana me voy? ¿Qué le diría a una persona que me sustituyera que va a disfrutar en este trabajo?
5. ¿Cómo interactúo de forma eficaz?
Todo lo anterior crea una sensación de armonía en la persona, que ayuda a la comunicación. El profesional es así capaz de auto-gestionarse y alcanzar su mejor versión… pero necesita competencias adicionales para asegurarse de que puede interactuar de forma saludable con su entorno.
La capacidad de escucha consigue:
- Obtener información más allá de las palabras
- Hacer que la persona se sienta comprendida, base para lograr su escucha.
Cuando hemos logrado abrir el canal bidireccional de la comunicación, explicarse de forma transparente y articulada es la clave para la colaboración generativa.
Dos cuestiones clave, entre muchas otras:
- Buscar el momento y lugar apropiado: más o menos informal, tener el tiempo necesario, contextualizar bien, etc.
- Cuando se hace una petición o instrucción, debe buscarse que tenga todo el sentido para el oyente. Para ello es preciso explicar con la suficiente profundidad el problema que se quiere solucionar.
¿Cómo ayuda el coaching a desarrollar estas cinco competencias?
Durante mi trayectoria como directivo he podido comprobar que éstas eran las claves para mi desempeño óptimo y el de las personas a las que dirigía. Las competencias técnicas se adquirían mucho más rápidamente, mientras que estas competencias personales se conseguían a través de una cuidada labor de liderazgo y/o la madurez como profesional y persona.
A pesar de ser cruciales, los departamentos de recursos humanos muy habitualmente no sabían cómo desarrollar estas competencias, y era el propio líder o el trabajador los que las desarrollaban como buenamente podían (podíamos).
En particular, los cursos de habilidades directivas sólo eran aprovechados por aquellos que ya tenían (o teníamos) ideas similares en la cabeza.
El coaching individual y de equipos está destinado a cubrir esta laguna por las dos vías:
- Ayudando a los líderes a facilitar eficazmente que las personas desarrollen estas 5 competencias.
- Ayudando a cada persona a desarrollar estas 5 competencias para ser más eficaz (y por tanto, feliz) en su trabajo.
El coaching facilita cada una de estas 5 competencias, con una metodología que acelera nuestro proceso de aprendizaje:
- Observación de lo que te funciona y de lo que no
- Ser consciente de nuevas alternativas tras la observación
- Poner acción a esa consciencia
- Unirla a nuestra motivación, puesta al descubierto durante el proceso.
Todo ello, acompañado y cuidado por el/la coach, en un proceso flexible y ágil.
Solo espero que cada vez más empresas y profesionales puedan descubrir y disfrutar del alto rendimiento y la plenitud que se consigue al desarrollar estas 5 competencias.