Artigo de Daniel Álvarez (9/5/2021), para el blog ‘Universos’
Estado C.O.A.C.H. Inspirándonos en la compasión budista.
Una aclaración para comenzar. Como diría mi amigo y maestro Lama Dondrub, la palabra “compasión” no es una traducción fiel del concepto budista. Es necesario no confundirla con “lástima“, que es el enemigo cercano de la compasión budista, porque da una posición de superioridad a quien la siente y, por tanto, refuerza su ego.
La definición de compasión budista es “el deseo de que todos los seres se liberen del sufrimiento y de las causas que lo producen“. Muy propio de un coach ¿no es cierto?
La compasión se parece aún más a lo que busca un coach si escuchamos a Lama Dondrub, a su vez coach de ICC, cuando recomienda aplicar la compasión como una capacidad de sentir el sufrimiento de los demás sin perder el propio estado de luminosidad, para ser capaz de ayudarles. Esto es exactamente lo que se busca con nuestro “estado c.o.a.c.h.”
Quizá ya sabes que las letras (en inglés) del acrónimo c.o.a.c.h. describen las características del estado que se necesita en coaching, según Robert Dilts. Son estas:
- Centrado en el/la coachee, en ti mismo/a como coach y en vuestra relación.
- Abierto/a (opened en inglés) a lo que la sesión pueda traer.
- Atento/a a lo que le ocurre a la persona, a ti mismo/a y a la relación.
- Conectado/a con la persona y contigo mismo/a
- Sosteniendo (hold en inglés) lo que sucede a la otra persona, a ti y a la relación que os conecta.
Más de una vez me preguntan ¿Cómo mantener mi estado coach si la otra persona me está contando algo dramático?
Yo le respondo que, efectivamente, como coach tenemos situaciones muy difíciles, como una enfermedad, una ruptura dramática o la muerte de un ser querido. Pero la cuestión es ¿Y cómo quieres ayudarle si tú también te derrumbas?
En mi experiencia puedo decir que lo que te libra de ello es precisamente el deseo de ayudar y lo decisivo que es tu estado coach para hacerlo. Algo dentro de ti te da fuerzas y te sostiene para permitir que esa persona salga de su agujero, gracias a una herramienta tan poderosa como el coaching profesional.
En cierto sentido, es como si estás agarrando a alguien con una mano para que no caiga en un precipicio mientras con la otra te agarras a una cuerda: sientes la fuerza de la gravedad igual que esa persona, pero tú tienes dónde agarrarte. Como ella depende de ti, no piensas en caer sino que te centras en ayudar, sacas tu mejor versión y vienen las fuerzas de donde no pensabas que las había.
Tu estado coach te permite conectar con el sufrimiento de la persona sin que te aleje de tu equilibrio y de tu fuerza. Es como cuando un rayo atraviesa el pararrayos con toda su fuerza pero sin dañarlo.
Este estado te permite “sostener” el dolor de ese momento, y eso es exactamente lo que necesita la persona a la que ayudas, pues solo tiene oportunidad de sentirse sostenida así cuando está contigo. Entonces es cuando la persona es capaz de serenarse y observar con más distancia lo que le sucede, reduciendo así el poder de las emociones, que la llevan a la espiral del pánico. Esto lo consigue el coach gracias a su estado y a la escucha plena, para conectarse más allá de lo que se entiende como empatía para alcanzar algo muy similar a la compasión budista: ayudar a superar el sufrimiento desde tu luminosidad.
El resultado final es que la persona consigue experimentar su sufrimiento con serenidad. Entonces es cuando las herramientas de coaching pueden lograr una transformación vital de forma natural y poderosa, pues en muchas ocasiones ayudan a la persona a trascender su dolor hasta encontrar un sentido superior a su vida. Es importante no olvidar que estas herramientas fracasan cuando no se aplica el estado y la escucha adecuados.
Como puedes ver, realmente el coach conecta con el ser humano que hay detrás del dolor, con la esencia que está tapada y contaminada por la emoción, para liberarle. Esa es la sensación que realmente tengo al hacer coaching.
Cuando has adquirido experiencia, el estado coach está contigo no solo en la sesión, sino en tu día a día. Lo entrenas continuamente, porque además ¡es muy práctico!
Esta es la razón por la que el coaching es algo más que una profesión. Es una forma de vida.
Y así debe ser.
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