Por Daniel Alvarez Lamas, Trainer de ICC en España

Podría titularse “el potencial desatado por el arte de ser humilde”, pero no seríamos fieles a esta eterna virtud, pues la humildad necesita de poco ruido, de contención. Es en ese entorno donde florece con ritmo de tambores que se escuchan a lo lejos y que poco a poco se van haciendo más presentes hasta que lo llenan todo.

La humildad puede ejemplificarse con algunos usos llamativos que buscan la diferenciación con menos en vez de con más:

 

• No usar mayúsculas,… es curioso el efecto que nos producen los títulos en minúsculas ¿no?; parece como si el mensaje fuera tan importante que necesitara de un contenedor lo más sencillo posible. A mí me proporciona una sensación de limpieza y transparencia, incluso aunque en cuestiones de ortografía soy un poco maniático.

• ¿Qué pasa si ponemos una parte del texto en una letra más pequeña? ¿Se lee con una atención especial? Cualquier alteración nos provoca atención, pero es bueno valorar el efecto de darle menos énfasis en vez de darle más, también da resultado ¿por qué?… interesante pregunta.

• Es curioso el efecto del asterisco en la publicidad, a veces sentimos una atracción irresistible por conocer qué nos quiere decir… y se utiliza este efecto en muchas ocasiones con habilidad.

El énfasis está en todo lo que nos rodea: emails, deporte, política… la publicidad es una muestra y al mismo tiempo una exageración de esta tendencia, pues vive precisamente de conseguir la atención. Por eso es interesante darse cuenta de cómo busca utilizar una forma de énfasis que, en estos tiempos, es igualmente o incluso más poderosa: la humildad ¿Quizá ésta sea hoy una de las más poderosas fuentes de diferenciación? No lo sé, pero pensar en ello nos abre un universo evocador… me gusta.

Estoy de acuerdo con mucho de lo que dice Ortner en “La modestia no es ninguna virtud”, pero creo que ella estaría de acuerdo con que eso no tiene nada que ver con la verdadera humildad, que sí es una virtud como pocas.

Estoy asistiendo para que tenga un efecto estimulante sobre nuestro potencial (podría decirse “un efecto poderoso” en otro contexto) podemos desarrollar esta competencia y convertirla en un arte.

Hay paradojas muy sugerentes en la actitud de Joseph [O’Connor]… me sugiere que ser humilde tiene que ver con que no hay categorías, no hay nadie inferior (ni tampoco superior), no hay nada extraordinario en lo que hago (aunque tengo la responsabilidad de hacerlo con todo mi ser, consciente y presente, con toda la atención, lo que da una extraordinaria calidad, algo parecido al flow)…

¿Qué pasaría si las empresas incluyeran en su desarrollo de personas o cada uno atendiera en su desarrollo personal a alcanzar la excelencia en la competencia “humildad”? Tampoco podemos saberlo, pero abre un universo de posibilidades inexploradas… quizá sea una competencia básica para ser más uno mismo (aceptación) encontrando su sitio en el entorno que le rodea… ¿qué éxito podría alcanzar una empresa compuesta por este tipo de personas? Suena sugerente. De hecho, personalmente diría que intuyo esta capacidad en algunas organizaciones que conozco.

Por otro lado, esto me ha hecho leer de nuevo el artículo de “el silencio” de Charo Pita… Eureka. Intuyo que tiene mucho que ver saborear el arte de manejar el silencio, la fuerza de intuir lo que se esconde detrás de él ¿cuál es el misterio?… el arte de escuchar lo que no se dice, el efecto inconsciente de lo que debería estar ahí y no está (gracias Joseph).

 

 

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